lunes, 24 de noviembre de 2008

Nos salvará la Hora de Castellón

Desde 1942 España está en el huso horario equivocado. Esta anomalía, junto con el pluriempleo de la posguerra, engendró el horario español actual, que impide la conciliación entre vida laboral y personal, resta cada día una hora de sueño, incide negativamente en la siniestralidad laboral, la baja productividad, el fracaso escolar, la discriminación laboral de la mujer (sobre todo si es madre), y hasta en los altos niveles de cancer de piel de los turistas.

La Racionalización de los horarios españoles y su Normalización con los de la Unión Europea pasa necesariamente por el regreso a la Hora Europea Occidental (es decir la hora de Greenwich, Reino Unido, Irlanda, Portugal, Marruecos y Canarias), por dormir una hora más y desayunar bien en casa en vez de fuera a media mañana, y por dedicar una hora al almuerzo en vez de dos. Es la única manera posible para recuperar la hora y media, el 10% de nuestro tiempo despierto, casi dos semanas al año, que ahora perdemos cada día para nuestra vida privada.

¿Quieres comprobarlo? Retrasa tu reloj de una hora. Tendrás que hacer un poco de gimnasia mental para no llegar una hora tarde a tus citas. Pero verás que cada vez que mires tu reloj, cobrará más sentido lo que estés haciendo en aquel momento. Salvo quizá la hora de levantarte: verás que es demasiado temprano. Si tienes horario laboral flexible, duerme una hora más y recupera esa hora a mediodía, almorzando en una hora en vez de dos. Llevarás el premio gordo por la tarde: ¡dejarás el trabajo una hora antes!

Entra a formar parte del lobby que anima al Gobierno para que España regrese, después de 67 años, a la Hora Europea Occidental.


––––––––––––––––––


Los humanas somos capaces de acostumbrarnos a cualquier anomalía más o menos grave, hasta el punto de no considerar o incluso rechazar el remedio más obvio. Esto mismo sucede desde hace tres generaciones con los horarios en España. Es este el único país en el mundo donde cada día se va a almorzar cuando los demás humanos vuelven a trabajar, se va a cenar cuando es la hora de irse a la cama, y se duerme una hora menos. También es el único país libre donde en el ámbito profesional se premia la simple presencia al modo esclavo, y donde parecen ser necesarias dos horas para almorzar, contra toda lógica de eficacia moderna. Y sin embargo, muchos españoles suelen declarar sin rechistar que están encantados con su horario. O no tanto... En realidad cada vez más españoles se quejan de no conseguir conciliar su vida profesional con su vida privada, y se lamentan sinceramente de no saber cómo lo podrían arreglar.

Todas las costumbres tienen un origen concreto, profano y a veces hasta banal. El erróneo horario español se ha ido estableciendo poco a poco, al paso de unos hechos bien determinados. Porque no nos engañemos: este horario ni es por el clima del mediterráneo, ni por la cultura española, ni por la siesta, ni tampoco es de toda la vida: tres generaciones, a lo sumo.

Hasta finales del Siglo XIX, la hora oficial era diferente en cada aldea, y se determinaba por el reloj solar. Eran las doce del mediodía cuando el sol transitaba el meridiano, y este momento era diferente conforme uno se movía por el país de oriente a occidente (o al revés). Con la aparición de los ferrocarriles y la necesidad de establecer unos horarios comunes en lugares muy distantes, se inventaron los famosos husos: así se uniformizaron unos veinticuatro bloques geográficos, cada uno desde el polo norte hasta el polo sur, en cuyos interiores era rigurosamente la misma hora, que coincidía más o menos con la antigua hora solar. Y desde entonces, la función de los relojes solares en nuestras fachadas rústicas se ha vuelto meramente decorativa.

Pero en España el horario se estropeó a través de dos hechos bien definidos.

El primer paso fue la implementación por los nazis en mayo de 1940 de la Hora Europea Central (HEC) en los países recién ocupados. Hasta entonces España, Francia y el Benelux tenían una hora de diferencia con Alemania e Italia, ya que se encontraban junto con el Reino Unido y Portugal en su correcto huso de la Hora Europea Occidental (HEO). El cambio pasó casi desapercibido, a través de los cambios anuales a la hora de verano y de invierno y de las preocupaciones mucho más apremiantes de la segunda guerra mundial, o de la posguerra en España.

Escasos dos meses antes de empezar la segunda guerra mundial, cada país adoptó como de costumbre la hora de verano. En España concretamente el 16 de marzo, mediante una Orden de Presidencia de Gobierno que estableció en su artículo 5º: "Oportunamente se señalará la fecha en que haya de restablecerse la hora normal".

El 16 de mayo de 1940, apenas una semana después de la invasión, Alemania adelantó de nuevo los relojes en Francia y en el Benelux, para alinearlos con los alemanes, por lo que España pasó a tener una hora de diferencia con su vecino francés ocupado. En realidad, los nazis no ocuparon toda Francia hasta 1942, y mientras tanto la parte sur y libre de Francia seguía con la HEO, junto con España.

En otoño de 1940, Alemania y la Francia ocupada no volvieron a la hora de invierno, y en 1941 tampoco cambiaron los relojes: tardaron hasta el otoño de 1942 para volver a la hora de invierno (HEC). España durante este tiempo tampoco tocó sus relojes: en otoño de 1940 no volvió a la hora de invierno (HEO), y en 1941 seguía todo el año en la hora de verano que había adoptada el 16 de marzo de 1940.

El 2 de mayo de 1942, España adelantó de nuevo los relojes, quedándose ahora en la hora de verano del huso de la HEC, junto con Alemania y los países que ocupaba, y con una hora de diferencia con Portugal, que no participaba en la guerra. La medida era comprensible: hasta el Reino Unido, que no estaba ocupada pero sí involucrada en la guerra, había libremente adoptada la hora alemana ya el 4 de mayo de 1941.

Terminada la guerra, el Reino Unido finalmente volvió a la HEO el 7 de octubre de 1945, pero Francia y el Benelux nunca volvieron, y España tampoco. De este modo, el restablecimiento mencionado en el artículo 5º de la Orden de Presidencia de 1940 nunca llegó, y esto resultó decisivo para crear el horario erróneo español: España está mucho más al oeste que Francia, y para los españoles el sol es demasiado importante como para dejarse engañar por una hora oficial, así que siguen almorzando y cenando en el mismo momento de siempre (la una y las ocho de la tarde, hora solar), aunque ahora el reloj indique otra cosa distinta (las dos y las nueve de la tarde, hora oficial).

El segundo paso fue el fenómeno del pluriempleo de la posguerra en España, tan necesario entonces para reconstruir todo un país, como irrelevante para nuestra sociedad moderna actual. Después de su guerra civil, España se hallaba objetivamente en autarquía económica, sin colonias, sin recursos naturales, con partes importantes del país destruidas, con una importante sangría en capital humano, y con una sociedad poco industrializada. Para levantar el país, no había más remedio que trabajar por dos. El sólo hecho de quedarnos en el huso de la HEC no fue suficiente para operar el estropicio del horario: el pluriempleo consolidó una clara división del día en una primera jornada de mañana prolongada, madrugando bastante y trabajando hasta las dos, luego una pausa importante, y finalmente una segunda jornada de tarde que no parecía terminar nunca. Una herencia de este paso es el horario "de nueve a dos", aún vigente en muchos bancos y administraciones públicas, y absolutamente original cuando nos comparamos con el resto del mundo moderno.

Bien. Pero, ¿cuál es ahora el problema? Es doble.

Primero, si no tenemos reparo en tener la anomalía de almorzar a las dos y de cenar a las nueve, entonces deberíamos ser coherentes hasta el final y empezar a trabajar a las diez de la mañana. Pero esto no sucede, y descubrimos con asombro el primer problema: alargamos la jornada laboral ¡por la mañana!, empezando demasiado temprano, según la hora solar. Y como luego no aguantamos cinco horas trabajando, después de habernos levantado demasiado temprano como para tener ganas de desayunar, muchos han adoptado la costumbre, verdaderamente curiosísima, de "ir a desayunar" a "media mañana", y aquí se pierde la primera media hora.

Segundo, dedicamos demasiado tiempo a la pausa del mediodía, a menudo dos horas, cuando no hace ninguna falta para una jornada laboral moderna y eficaz, ni tampoco da tiempo a la mayoría de los españoles, en nuestra entorno bastante más urbano que en los países de nuestro entorno, para irse a casa y volver sólo para comer (en cualquier caso, los niños se han quedado en el colegio).

Total: hay cada día laboral una hora y media, casi el 10% de nuestro tiempo despierto, o ¡casi dos semanas en un año!, que se diluyen en la jornada laboral y se pierden irremediablemente para la vida privada. ¡No extraña el sentimiento de frustración de muchos españoles, cuando piensan en su horario!

Sin embargo, el remedio es muy fácil. Basta con dar respuesta al artículo 5º de aquella Orden de Presidencia, para efectivamente "volver a la normalidad". Desde 1942, España presta la hora oficial del huso siguiente, cuyo meridiano pasa por Bodø, Växjö, Praha, Linz, Ljubljana, Rijeka, Salerno, Catania... Volver a la normalidad significa entonces que España adopte la hora oficial del Reino Unido, Portugal, Marruecos y Canarias, o dicho de otro modo: la Hora Europea Occidental en vez de la Central, la que le corresponde geográficamente. El meridiano de Greenwich atraviesa la península en su lado de levante, y se han construido varios monumentos para remarcarlo, como por ejemplo el arco encima de la autopista AP2 entre Lleida y Zaragoza. El meridiano pasa también por el centro de la ciudad de Castellón de la Plana, por lo que podemos perfectamente rebautizar el meridiano de Greenwich como el de Castellón.

En la práctica, esta vuelta a la hora correcta se haría como en los años cuarenta pero al revés, obviando el siguiente cambio a la hora de verano, y retrasando de una hora los horarios oficiales socialmente más relevantes (como los telediarios y los partidos de fútbol por ejemplo), exactamente a partir del mismo día en que los demás países europeos adelantan los relojes. Se trata pues de una preparación minuciosa, tarea del Gobierno. De este modo, sin cambiar los relojes, pero sí los horarios, pasamos de la hora de invierno (HEC) a la hora de verano (HEO). Y el cambio queda definitivamente consumado cuando el otoño siguiente retrasamos los relojes para regresar, junto con los demás países, a la hora de invierno (HEO).

Con el restablecimiento de la Hora Europea Occidental, muchas aguas volverán a sus cauces. De entrada, volveremos a comer como el resto de los mortales: a la una y las ocho de la tarde, hora también del telediario en todo el mundo. Irse a casa a las seis o incluso a las cinco, y tener una velada digna, por de pronto no sólo es posible: ¡es fácil!

Por otra parte, seguiremos levantándonos a la misma hora "de reloj", pero en realidad una hora (solar) más tarde. ¿Dónde está el truco? En dormir una hora más, y en dedicar sólo una hora al almuerzo: adoptar el famoso "horario europeo", la jornada contínua de nueve a seis, con una parada de una hora, de una a dos, exactamente a mitad de la jornada laboral. Y ya no hará falta perder media hora para "irse a desayunar" a "media mañana": ya no existirá esa media mañana, y desayunaremos en casa antes de salir, a las ocho (antes nueve) de la mañana. Hagamos el cálculo y asombrémonos: ¡recuperamos cada día hora y media para la vida privada!

Y aún hay más ventajas: dormir una hora más disminuirá la siniestralidad laboral; la jornada laboral contínua motivará mejor a los trabajadores, aumentará su productividad, conseguirá la igualdad de sexos y acabará con la cultura del presentismo tercermundista y con la discriminación flagrante de la maternidad en el mundo laboral; la mejor alineación del horario laboral con los colegios mejorará el rendimiento escolar; los turistas extranjeros que no se adaptaban al horario español ya no se expondrán al sol en el peor momento del día, causando las peores estadísticas mundiales de cáncer de piel en las costas españolas...

Pero, ¿y no podríamos conseguir todo esto sin adoptar la hora de Greenwich o de Castellón? Pues, no señor. Ya lo hemos visto durante esas tres generaciones: el sol importa demasiado. Para conseguir el efecto deseado, deberíamos adelantar el almuerzo hasta antes del mediodía solar, y esto sencillamente no va a suceder. Sin la HEO, intentar arreglar el horario erróneo español significa luchar contra el sol, y esta es una batalla perdida antes de empezar: es simplemente imposible.

Pero, ¿y no va este cambio a distanciarnos más de los países de nuestro entorno? En absoluto. Esta distancia ya existe hoy y es de todos conocida: es muy complicado que un madrileño y un vienés estén en el mismo momento en sus despachos respectivos: cuando el vienés quiere llamar al madrileño resulta que se "ha ido a desayunar", y cuando vuelve de esa "media mañana", el vienés se va a almorzar. Cuando éste vuelve, se va a almorzar el madrileño. Y a su vuelta ya se está marchando el vienés para su casa. Con el cambio de la hora oficial en España, esto seguirá siendo exactamente igual (excepto que el madrileño ya no irá a desayunar a "media mañana", ni se quedará dos horas fuera al mediodía): es una simple cuestión de hora solar distinta en cada lugar. Lo único que cambiará es que el reloj del madrileño indicará una hora diferente que en Viena, pero ambos seguirán practicando sus mismos horarios solares de siempre.

España siempre tendrá una hora de diferencia con alguna parte de Europa. O bien con Portugal, Canarias, Reino Unido e Irlanda como ahora, o bien con Alemania, Italia y el resto de Europa central. Si Francia regresa a la HEO junto con España, la diferencia de hora se situará en el Rin, y si no lo hace, se situará en los Pirineos.

Sea como sea, hay que notar que el país más avanzado y rico del planeta, los Estados Unidos de América, funciona sin problema alguno con nada menos que siete zonas horarias distintas: hay cada vez una hora más de diferencia conforme viajamos de Puerto Rico a Nueva York a Chicago a Phoenix a Los Angeles a Anchorage a Honolulu. Y no pasa absolutamente nada.

No lo olvidemos: no se trata de probar un cambio desconocido a ver si funciona, sino de volver a la normalidad de toda la vida, aunque ya lejana, porque ya han pasado casi setenta años y apenas queda alguien para contárnoslo. Y no se trata de la simple técnica de volver a poner bien los relojes, sino de reequilibrar los horarios: ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso. Buscar y volver a encontrar el tiempo perdido, ¡qué satisfacción!

Todos sabemos que un remedio definitivo no está en tratar los síntomas, sino en curar la enfermedad que los causa. Mientras no adoptamos la hora de Greenwich – ¡la hora de Castellón, que caramba! –, todos los intentos de conciliar nuestros horarios serán parches bien intencionados pero con bien poca incidencia real.

Y si resulta que la verdadera cura es fácil de adoptar, y encima no cuesta ni un solo euro, ¿a qué esperamos?

Jos P.G.M. Collin

10 comentarios:

Binhä Rodrigues dijo...

Completamente de acuerdo...además he vivido en Portugal desde 2004 y se nota la diferencia horaria...ojalá saliera adelante esta propuesta.......

Anónimo dijo...

¡Por fin encuentro a alguien que piensa lo que yo llevo privadamente diciendo desde hace mucho tiempo! Estoy completamente de acuerdo con el análisis. Pero creo que, precisamente, la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (con la cual coincido en sus planteamientos) debe plantear primeramente a las autoridades y en sus conferencias este asunto antes que lo que es estrictamente la racionalización de los horarios. Porque, efectivamente, un huso horio correcto, una hora oficial correcta, conforme al meridiano geográfico que nos corresponde (el de Castellón), son los cimientos sobre los cuales podremos racionalizar el tiempo de nuestras vidas. De lo contrario, como bien dices en el artículo, será imposible conseguir racionalizar los horarios.

Anna Mercade dijo...

Absolutamente de acuerdo. Ya sería hora que "las autoridades pertinentes" realizaran el cambio por el bien de toda la población de España,y de la competitividad de las empresas. Estudios de relevancia demuestran que cuando los trabajadores pueden conciliar su vida privada con el trabajo, rinden más, son más creativos y más fieles a la empresa.
Hoy existe un gran descontento entre las generaciones de 30 a 50 años que se levantan a las 7 de la mañana y no regresan a sus casas hasta las 8 de la noche, habiendo perdido dos horas en la comida, más el transporte (una media de hora y media) y evidentemente llegan sin energia para nada.No tienen tiempo ni para recargar pilas ni para cuidar de los suyos. Esta es una de las causas de la gran pérdida del talento femenino en nuestro país que significa una gran pérdida en el PIB como demostramos en un estudio publicado por la Cámara de Comercio de Barcelona.(Sólo en Cataluny significa una pérdida de más de 1000 millones de euros al año, que significa el 0´5 del PIB catalán) Una tercera parte de mujeres profesionales directivas y ejecutivas abandonan al no poder conciliar la maternidad con el trabajo.
La crisis es profunda y requiere cambios estructurales y profundos. Necesitamos políticos, gestores y líderes valientes que acometan las transformaciones necesarias para relizar el verdadero cambio de Paradigma del siglo XXI.
Anna Mercadé

Anónimo dijo...

No sólo estoy de acuerdo sino que, desde bien pequeño, uso la hora meridiana. Y lo hago incluso en verano, cuando la anomalía española se hace completamente insoportable (y no digamos en Galicia, lo siento por ellos). Pero soy pesimista. No creo que se consiga volver a la hora correcta. En mi pueblo nos conformamos con decir "de sol", para aclararnos. Es más: algún inepto con carrera propone mantener el horario de verano todo el año.

Anónimo dijo...

De acuerdo en lo de no perder el tiempo en medias mañanas(yo trabajo en una zona industrial donde no hay cafeterias ni zonas pra darse un paseito de 20min, ni de hacer algun recado, como quienes tienen la suerte de trabajar en el centro de una ciudad) y 2h para comer (salvo q te quieras ir al gym, por ejemplo)son demasiadas. Pero adelantar 1h supondría menos luz x las tardes, cuando sales del recinto cerrado del trabajo a pasear o lo q quieras. Yo pondria siempre el horario de verano. Total por la mañana vas a otro sitio cerrado y no vas a disfrutar del día, x la tarde si. Y que haya flexibilidad pra comer y cenar. Irse a la cama como las gallinas y cenar a la hora de merendar o entrenar nunca pegaria en España. Llegar a las 17 al centro supone solo pagar parquimetros. Si llegas a partir de las 19 pones 1h y resto libre. Dejen decidir entrar mas tarde y salir mas tarde a quienes quieran. No todos tenemos hijos pero si queremos dormir mas y salir mas tarde y hacer actividades hasta tarde (por ejemplo ir al gym).

Horario dijo...

"Irse a la cama como las gallinas y cenar a la hora de merendar o entrenar nunca pegaria en España." Tampoco sería tan extremo. Pero sobre todo es incorrecto. No se puede sostener que "nunca pegaría" si precisamente ha sido siempre así en España desde la noche de los tiempos hasta la reciente posguerra.

Anónimo dijo...

Vaya, creí que era un bicho raro. Pero al leer este artículo me he dado cuenta de que no es así.

¿Qué decir? Pues que tiene toda la razón. Pero la costumbre es la costumbre y en este país a ver quién es el guapo que cambia las costumbres ya adquiridas en estos años de desastre horario. Es horrible levantarse y ver que es de noche todavía e irse a la cama con el sol todavía en el horizonte. Pero en este país mandan los holgazanes que quieren dormitar en los parques y levantarse a las diez de la mañana. A parte de las paraditas mañaneras. Lo dicho, somos un desastre como país, pero lo peor son los políticos, que en vez de arreglar este entuerto se dedican a bajarnos los sueldos porque creen que es la única solución a las crisis.

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo. Siempre me había preguntado la razón por la que España tenía el horario adelantado una hora. Sin embargo, no le daba demasiada importancia a este hecho hasta que viajé a Inglaterra. Allí tienen el horario que les corresponde por su posición geográfica. Al principio me extañé muchísimo de que la actividad laboral cesara a las cinco de la tarde. ¡Precisamente cuando se empieza a trabajar «por la tarde» en España!
Inmediatamente, me di cuenta de que lo que hacía en un determinado momento (sobre todo las comidas) tenía más sentido según la posición del sol en el cielo y la hora que marcaba el reloj. Entonces pensé que la hora inglesa le venía a España mejor que la alemana.
La hora de la España peninsular, las Baleares, Ceuta y Melilla debe ser la de Canarias, y la de éstas, una hora menos también, ya que tampoco les corresponde la hora actual con la del huso horario en el que se encuentran.
Les dejo un enlace muy interesante: www.daylightmap.com. Ahí puede comprobarse la diferencia horaria entre los países del centro de Europa y España.
Por último, abogaría por un adelanto del fin del horario de verano, de octubre a septiembre. No tiene sentido seguir con la hora adelantada más allá del equinoccio de otoño. Lo único que se consigue es que amanezca demasiado tarde (¡en el suroeste de la Península amanece más tarde a finales de octubre que en diciembre!) y, como consecuencia, que sea más difícil levantarse.
Que anochezca demasiado tarde hace que, por inercia, se alargue la jornada laboral. ¿Por qué en los países nórdicos es tan común terminar pronto? Es un efecto psicológico: en invierno anochece muy pronto, lo que hace que el trabajador intente acabar cuanto antes cuando ve caer el sol.
Ojalá salga adelante la propuesta. No cuestaría ni un euro y, además, es sencillísima de aplicar.

Anónimo dijo...

MANUEL

En la República Española y durante la guerra civil, la diferencia horaria con Portugal era de 2 horas. Es decir las dos y media en España, eran las doce y media en Portugal. Fué Franco que en 1940 la puso en una hora de diferencia.
Lo puedo atestiguar en base a informes consulares.

Horario dijo...

He compilado todos los cambios entre hora de invierno y hora de verano, y a veces doble hora de verano, para España y los países de su entorno, desde 1935 hasta 1947.

Llama la atención la falta de rigor: hay años en los que se aplica la hora de verano, otros que no, y algunos incluso en los que se experimenta con una doble hora de verano, con cuatro cambios durante el año.

También llama la atención la falta de coordinación internacional. Cada país hace los cambios en fechas decididas soberanamente, sin coordinarlas con los países vecinos, que con frecuencia acaban haciendo sus cambios en otras fechas.

Se ve claramente cómo España cambia de huso horario, arrastrada por los eventos de la II Guerra Mundial, el 2 de mayo de 1942, dejando atrás el huso horario europeo occidental para adoptar el huso horario europeo central.

Con la guerra terminada, Inglaterra vuelve al huso horario europeo occidental el 15 de julio de 1945, retrasando los relojes en pleno verano. Pero no lo hacen el Benelux ni Francia, ni España tampoco.

La tabla completa se puede consultar aquí:

https://dl.dropbox.com/u/12890892/El%20baile%20de%20horarios.xls